Silvia de Pou |
Cada cocinero
tiene su libro, su historia, su motivación y sus únicas creaciones. Gracias a la tecnología, globalización y
los adelantos en el mundo de las comunicaciones, han hecho más
favorable la distribución de recetas y diferentes platos
internacionales, lo cual ha sido importante para emigrantes, quienes anhelan recuperar su herencia culinaria, en otras tierras.
Cocineras, chefs' maestros de la alta culinaria en su cuna natal. Se han dedicado por años en programas televisados, en compartir sus conocimientos, recetas enmarcadas en libros de su autoría. Hoy en día son iconos, a
su vez han influenciado generaciones de mujeres quienes hayan espigado con sus
creaciones. Además de instruir a las nuevas descendencias de cocineros y
cocineras, los han estimulado a ser más creativos en la elaboración de
los platos autóctonos, y preservar su cultura culinaria.
Las buenas cocineras en nuestras familias van dejando su dechado, en quienes apreciamos sus recetas y tradiciones; crecemos junto a la preparación de delicias criollas e internacionales, nos curtimos de sus enseñanzas las cuales después valoramos, cuando nos toca seguir de educadoras a las nuevas generaciones o con nuestras propias hijas.
Muchas mujeres de mi generación crecimos con Silvia de Pou “un ícono de la cocina dominicana” y su libro Mujer 2000; junto a su programa de cocina y hogar. Todavía sus libros son los más buscados en la preparación de sus recetas nutritivas y fáciles. Referencia para las nuevas generaciones dominicanas, que han creado sus propios libros y programas televisivos.
Desde
que nacemos absorbemos todo tipo de información sea productiva o no; nunca dejamos de aprender. Para cocinar hay que estar dispuesto a seguir
aprendiendo y creando con diferentes ingredientes, que no utilizamos
cotidianamente y truquitos que otros aplican que nos ayudan a ser más
artísticas, en la elaboración de nuestras recetas.
Cocinar es un arte que bien practicado da buenas satisfacciones. El repertorio de recetas que poseemos, bien condimentadas en nuestros platos típicos o platillos internacionales, que se han incorporado a nuestro menú diario. Toda esta mezcla de aprendizaje culinario y la contribución de estos íconos de la gastronomía dominicana; nos han cimentado un “paladar universal”.
Esmirna Rivas Tejeda ©2004