LAS CANAS DE UNA HAITIANA



LAS CANAS DE UNA HAITIANA

Sus pies descalzos como la noche
Su cabeza blanca como la luna
Bailaba, bailaba...
Con los retumbes de los palos y los tambores
Alrededor de la hoguera encendida
Su falda larga abanicaba las llamaradas rojizas
Se había acabado la zafra
Y en su batey había fiesta.

Todos celebraban se libertad “de cierta manera”.

Su piel oscura como las penumbras
Se enrojecía con el rojo de las llamas,
Bailaba, bailaba...
Su cadencia, su danza
Un cerco de gente a su alrededor
La miraban y ella gozaba tanta atención
Sin ellos saber que con su baile
Se perdía en sus recuerdos
Sus recuentos, sus vivencias.

Nadie comprendía como ella
Perdiéndose en el humo de la fogata
Sus pesadumbres, sus tristezas.

¡Nadie acumula canas por gusto!

Cada hebra blanca de su pelo era una huella.

Una huella , de años transcurridos en aquel batey
En aquel ingenio, en aquel barrancón
Que había sido su refugio.

Su refugio a su dolor de madre
Sus cinco hijos,
su marido los dejo abandonados
Cuando cruzó la frontera.

Pasos que al tiempo su marido seguiría
Trabajando de peón en el batey.

Años acumulados de faena.
De danzas, de ritos
De acoso, de tribulaciones
¡Cabecitas blancas de experiencias, de gozos, de cargas!

Canas de respeto,
Canas de melao, de caña, de sudor
De bueyes, de carretas, de machetes, de candela.

Canas de guarapo, y vagazo
Canas de Ron, de triculí, de cleren
Canas de Tufey, de Liquen, de Calalú
Canas de Pilón, de Fogón
De Chenchen, de Chacá,
Canas de Tontonmacú, de calié
Canas de latigazos
Canas de una tierra despojada, denigrada.

Canas de una vida que comenzó su historia
Con un bracero traído de su madre tierra
De su África,
A una isla taina “dizque conquistada por unos”
Periodos transcurridos entre batallas y traslados
Por una frontera,
Siglos de sembrar caña de azúcar.

Canas...
Para endulzarle el alma a su colono.
Sin endulzarle la existencia de sus braceros.

Esmirna Rivas Tejeda© 2005