La Vieja Fefa con un mal matrimonio y un hijo a rastro, una pierna tullía que le dejó el ciclón San Zenón. Andaba de puerta en puerta ofreciendo sus servicios de lavandera. Las vecinas les confiaban el lavao'. Le llevaban la ropa sucia envuelta en sábanas, las cuales ella les devolvía lavadas y planchadas. Con los chelitos que ganaba alimentaba a su muchachito, el cual andaba como rabito detrás de ella. Entre espumas de jabón, de cuaba y su batea, entre lavadas y planchadas, tullía; con sus penas que las ahogaba, con el estruje de sus manos. Sus uñas sancochadas de tanta humedad, a que las exponía; mandaba su muchachito a la escuela.