Casabe, Cacao y Café


Éramos pobres, fuimos pobres, crecimos como pobres, trabajábamos como pobres. Nos acostábamos como pobres, despertábamos como pobres. ¿Somos pobres? En el presente del ayer futuro, generaciones del hoy surcaron para sí su propio escape, para, de esa forma, salir adelante y no quedarse literalmente estancadas en su realidad. A pesar de todo, aunque con pocas posibilidades, han sobresalido no siguiendo las pautas de "grietas generacionales" y escasez en muchos aspectos, las cuales frustraron posibilidades o mejoramiento de sus coetáneos; en su tiempo.

Esmirna Rivas Tejeda© 2024


CONVIDADOS

Fin de semana... carros, guaguas, autobuses, transportando estudiantes, familiares; quienes regresaban de visita para reunirse con sus seres queridos, en sus pueblos y zonas rurales. Algunos de ellos trabajaban durante la semana en Santo Domingo u otros pueblos, o, por igual , en zonas aledañas. Jóvenes estudiantes de la UASD (Universidad Autónoma de Santo Domingo) regresaban mayormente a su barrio, conviviendo con sus vecinos y allegados. Acogiendo, regalando cordialidad y afectos. Sábado o Domingo, tal como cualquier día de la semana; esos días se centraban en el almuerzo o "la hora de la comida" del mediodía, era el centro común donde todos suspiraban, carcajeaban y descansaban sus ansias al verse de nuevo.

Pasadía de una sola paila
Convidados todos los domingos, se armaba una algarabía en casa de mis abuelos maternos. Llegaban mis tíos, tías, primos, primas, los primos de los primos, nietos, sobrinos, ahijados, y hasta el gato que no teníamos...
continua ...
Esmirna Rivas Tejeda© 2025 

Re-encuentros en un cofre

Dominicanita
"En un santiamén revivir memorias confinadas en un baúl, se convierte en una engañosa gruta oscura,  sin fondo. Lugares, personas, alimentos, el paisaje; todos se tornan diferentes entre el recuerdo y la realidad".

Sucedía en aquellos días, cuando la luz del sol marcaba el día. Luna, noche sombría, destellos, estrellas fugaces, truenos en la lejanía. Silenciosamente el tiempo se diluía en bohíos tabicados y empañetados con boñiga (estiércol de vaca seca), barro y cal. Paredes sustentadas por tablas de palma, horquetas y horcones, entretejidas con fibras de maguey. Cal y arena, blanca; pañete por dentro y por fuera; embarrada con una escoba de guano; pintura en colores fuertes, tornaban en tonos pardos, tenues, color pastel; tal como la vida sin prisa. Techado de canas entretejidas en caballete de palos, pencas de coco, guano. Piso de cemento gris con su color peculiar o sencillamente tierra aplanada, barrida con escoba de ramos silvestres. Remontando su valor histórico, a su identidad Taína, Africana e influencia Europea.

Diaria rutina para comer, sembrando, cosechando para subsistir. Lavando atuendos a mano, por encargo. Almidón de yuca para que las costuras y filos no perdieran su forma. Plancha de hierro calentada en las rojizas brazas, del carbón de leña, en un anafe sediento. Humo, vapor, burbujas, jabón de cuaba, batea de madera, cordeles de alambre dulce, bidones para buscar agua, a pie. Rústicas zapatillas “maricutanas” fabricadas con suela y puntillas, marcaban sus pasos en las calles sin aceras, tierra, cascajo, polvo, canillas cenizas. Casas típicas de estilo victoriano; madera tallada, cubiertas con planchas onduladas de zinc u otras de cemento y madera. Alrededor del Parque Central, estaban las únicas calles pavimentadas.