ÉRASE UNA VEZ EN MI MUNDO DE MUÑECAS

Perdidos y encontrados se han quedado incontables recuerdos en mi memoria, de años simples, hojas caídas, primaveras desvanecidas, veranos en la playa, de mangos, guayabas, cajuiles y nísperos; del campo y sus cosechas. Recuerdos renacen al amanecer, en las montañas, en el olor a campo donde retoñan mis remembranzas de días prolongados, entre el viene y va de una hamaca, en el sillín de una bicicleta. El columpio me embrujaba cuando el viento tocaba mis mejillas. Caballitos voladores, mariposas, atrapando cocuyos en botellitas de vidrio, y grillos en funditas vacías de esquimalitos, en el recreo cuando estudiaba en la escuela Canadá, allá en el Bani de mis recuerdos. Escarabajos (catarrones) cubría su caparazón, como si estuvieran en una competencia, tapas de refrescos embotellados, se movían de un lado para otro, en las noches, recostada en el piso fresco de la galería de mi casa. Lápices de colores, dibujos, garabatos en mis cuadernos de la escuela.

El arco iris, lloviznas, gotas finas tocaban mi tez color canela, dorada por el sol tropical; quemaba mi espalda. Mis cabellos enredados, rizos entrelazados con descendencias, que se reflejaban en mi cabeza. Greñas que sumergía en el río, y me encontraba algún cangrejito que se enredaba entre los dedos de mis pies. Pececitos, cardumen de agua dulce. Aleteando las burbujas del jabón con que lavaba mis ilusiones, encima de las piedras lisas, cuando iba al rio Nigua, con mis primas paternas. Las orillas del rio llenas de vida y alimento, lama y plantas acuáticas, enredadas en las piedras.

Panti de arandelas, blusitas con el ombligo afuera, brasielitos, cuando estaba con mis consentidoras tías. Retozando con mis primos cuando iban de vacaciones a Bani, desde la capital, a la casa de nuestros abuelos maternos; estábamos todos en vacaciones escolares. Pasadía entre la regola (Canal Marcos A. Cabral) que aún pasa por El Llano, donde tío Abel tenia su negocio, y el bohío de tía Tatá, al cruzar la carretera. Su rústica cocina y refrescante agua en tinaja, juegos de dominó en el patio. Agua limpia, mojaba mis premuras de infancia descuidada, merodeos de niña tímida e intrusa, queriendo siempre saber más de la existencia.

Jugando el topao, rondas de arroz con leche y todos los juegos infantiles de ese entonces (70's). Los programas de Radio para niños en las emisoras AM "Mundo Infantil Continental" y Televisoras locales, caricaturas en blanco y negro, grupo La Pandilla de España, no era fanática del Grupo Menudo. El Show del Sherrif Marcos, y de Héctor Montás. Cuentos en la radio, Cri Crí, La Caperucita Roja y muchos más. “Mundo de Juguete” en el televisor, el cual veía siempre a escondidas porque no me dejaban ver Telenovelas.

Mambrú se fue a la guerra ¿A qué? Me preguntaba siempre, si había algo mas detrás de lo que aprendía, quería saber mucho más de lo real. ¿Porqué amanece y anochece? ¿Adónde se va el sol de parranda cuando la luna sale a trabajar en las noches por el? ¿Porqué las estrellas se alejaban y solo pasaban algunas fugases complaciendo deseos incontables? Quería viajar a otros planetas y conocer más del firmamento ¿Porqué hablaba conmigo misma y me encantaba estar sola? Aunque el mundo y todo se derrumbara a mi alrededor, en el pasar de las ingenuas horas del día.

Jugando con mariquitas de papel, mis paquitos de "La Pequeña Lulú". Haciendo cocinaditos en mis calderitos con latas de hojalata y anafitos, encendidos con palitos y hojas secas. Volando chichiguas y construyendo capuchinos con hojas de papel o de periódico. Mis álbumes de postalitas pegadas con Ega o "pega pega" preparada con harina de trigo y agua caliente. Caballito azul de madera con balances fabricados por un carpintero de apellido Fabar, en San Cristobal; luego de mudarnos desde Bani, cuando mis Papás construyeron su primera casa. Dos mecedoras de madera,  grandes y dos chiquitas en la galería. Sillita forrada con asiento de guano en mi cabeza, cuando asistía a  una escuelita particular. Barquitos de papel, muñequita de trapo, carritos con carreteles de hilo, desdoblando varillas de sombrillas y paraguas, cuando mi abuela Isabel los reparaba, forros en su máquina de coser, figurines, flores de papel. Mi dechado del bordado, mi agujeta y tejido con hilo de coser.

Chicharra en cajita de fósforo vacía la cual mi abuelo me guardaba, para llevárselas de Baní a San Cristóbal, a mi hermanito Esdras. Crisálidas las observaba, con alas florecían. Cuevas de arañas cacatas en ese patio banilejo,  les echaba agua con la manguera y salía corriendo detrás de las gallinas, alborotando todo a mi paso, parecía  “una chivita” decía mi abuelo Humberto tanto que me reía ¡Van a decir que tu eres loca! Resultó ser tal como mi abuelo Ao, predecía. El, quien me llevaba en la guagua de concho a darle la vuelta al pueblo de Bani, en una tarde cualquiera. 

¿Porqué dolores reumáticos tenían que ver que la luna tuviera un cerco y fuera a llover? Las Cabañuelas. Vegetales, aji cachucha sembraba mi Papá, brotaban en semilleros para después trasplantarlos en canteros de tierra recién arada, garzas, lombrices purpúreas con el sol centelleaban, entrecortadas, buscando escapatoria con ¿Dos cabezas? ¿De porqué las vacas daban leche y no comían queso? ¿Porqué las garrapatas quedaban atrapadas en el colador del ordeño, y el cedazo de tela las denunciaba? ¿Porqué los macos cantaban cuando llovía y porque en las cepas de los plátanos se escondían? ¿Porqué los conejos parecían ratones y la gente se los comía?.

¿Porqué a mi mamá se les "alborotaban las avispas” y repartía chancletazos si nadie, se los pedía?¿O de las pelas de mi papá, que algunas no eran culpa mía? Con su retozadera, risas y juegos se nos olvidaba su manera de disciplina. 

No entendía la menopausia, ni la regla ¿Qué era eso? Paños blancos de Macario (tela de saco) engavetados para alguna gravedad, resguardaba Juanita una vecina por la Casa de Caoba, en San Cristóbal. Alcanfor, mertiolate que ardía en las ñañaras y postillas cuando en mi piel se formaban, por los estrallones que jugando me daba, montando bicicleta o jugando el escondido cuando se iba la luz. ¿Porqué cuando iba a la playa con mi abuela Isabel, si decía "María la O" las olas me llevarían? ¿De porqué se me descascaraba la piel de mi espalda, cuando el Coppertone no me ponía? ¿Porqué  dos personas se enamoraban y porque tenían que besarse? Cuando espiaba a mi tía Bertha con su novio, entre las cortinas en la sala de mi abuela.

Recuerdos de esos días en mi mundo de "fantasía infantil". Años mozos que formaron mis matriarcas, mi entereza por la tierra, por la vida, la lluvia, y las montañas. El campo y sus misterios. Lenguajes pintorescos que traducía en mi cabeza, cuando escuchaba a los viejos en su jolgorio; machucando las palabras entre el cachimbo de abuelo Juan y tío Fello sin dientes, los dos cibaeños. Del fragante humo que subía en medio del campo, en el fogón de leña, encendido con cuaba en la cocina de mi abuela Adela (Cibaeña) en Sabana Toro. Batatas asadas, cacao, café tostado, leche hervida, mantequilla de nata. Lamparitas husmeadoras, velas, linternas, catres, cama de bastidores, mosquiteros, bacinilla, colchones de guata. Pepitas de oro que resguardaba mi abuela en una botellita con agua de un arroyo, un tesoro según ella. Adornaba su bohío con piso de mosaicos hecho con lodo, cuando vivían todos en Jagua Gorda, allá en La Vega, según me contaba ella.

Madre patria. ¿Cuál de ellas? Una patria ¿Qué es la patria? Del servicio religioso aprendiendo a ser cristiana "no cretina", amando las maravillas que existen y a él, quien  las creó. Amar al prójimo como a uno mismo; "aunque a veces me torture". Recuerdos de ilusiones y magia; o de mi intrincada y a veces tormentosa niñez. Memorias que han forjado mi trayectoria, para hacer de esos recuerdos perdidos y encontrados hoy en día; mi inspiración.

Esmirna Rivas Tejeda ©2007
*revisado ©2023


"En sepia debí haber nacido, 
en blanco y negro crecí, 
de colores pinto mis recuerdos".


Un dulce aroma de mi niñez
 enfrascado en un lujoso y 
delicado bocado de un
 "manguito banilejo". 
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