LAS MECEDORAS

Las cosas cambian con el tiempo pero otras permanecen iguales. Algo que no ha cambiado a través de los años, es el placer de sentarse en una mecedora. Con su balanceo es interesante mirar hacia atrás y recordar los años vividos, y las experiencias alrededor de ellas .Son un trabajo de artesanos y ebanistas que con orgullo mantienen su calidad y elaboración étnica. Las hechas de mimbre y ratán, madera torneadas con estilo victoriano, las de tablas de madera, pintadas de colores o color caoba. Forradas de guano, de pajilla. De hierro tejidas con cintas plásticas o soga de nylon. Las de bambú, de fibra de vidrio, de palitos. Adornan las galerías, salas, terrazas, habitaciones, las enramadas, los frentes de las casas. En cualquier lugar del hogar que se ubiquen siempre son las preferidas para ver televisión, leer el periódico, o simplemente para sentarse a dormir un sueñito o una siesta. Tomarse un cafecito a media tarde o debajo de una cabaña de cana, abanicada con la fresca brisa marina.

Otro placer es el sentarse mirando un punto fijo con su vaivén para atrás y para adelante. El pisarle el rabo  a un gato un perro es común, de que un chiquito gateando o caminando se les machaque sus deditos a veces también pasa. Cuando se quiere asustar al que este sentado y por detrás girársela de repente. El querer poner a veces fogaraté para que el vecino molestoso no vuelva a sentarse y acomodarse en ellas. Las de guano que a veces las chinchas se esconden y solo le dejan el rámpano y la picazón al que se sentó.
 Forros para el espaldar tejidos, de tela o retazos que adornan su respaldo. Los brazos cuando comienzan a despegarse de tanto uso los clavos. Los balances que se parten o se despegan y alguien se cae. Las abuelitas tejiendo y bordando en ellas, las madres arrullando los bebes, las de los niños que siempre le compran o les regalan una mecedorita que acurruque su pequeño cuerpecito. Quienes se acomodan cuadrosamente para bombardear sus famosos gases o bonolotos. Las jugadas de domino.  El fumarse un túbano o un cachimbo debajo de un palmar.  Todas buscadas y valoradas por los que saben el placer de perderse con los ojos cerrados en su jamaqueo.
Para mí siempre han sido las preferidas y siempre lo serán. En ellas veo a algunos de mis seres queridos algunos fallecidos y otros ausentes por la distancia. Tantos recuerdos valiosos que nunca abandonaran mis memorias; como la mecedorita que tenia cuando estaba chiquita, el caballito azul de madera con balances también se jamaqueaba.
No vivo solo en el pasado, recuerdo los buenos y sencillos momentos de la vida, de los años que se fueron y no volverán; las memorias positivas  que ahora soy responsable de crear en  mi generación y  estar consciente, que con  en el simple balanceo de una mecedora, con los ojos cerrados,  transcurre un  lapso en que a veces me escapo de mi presente, y que en un simple abrir y cerrar de ojos   todo se esfuma, y vuelvo a despertar en mi lugar de despegue.

Esmirna Rivas Tejeda© 2006

EL PILÓN DE MADERA


El Pilón De Madera 

En la cocina Dominicana, el pilón de madera es el utensilio clave para la preparación del sofrito. Este también se utiliza como forma de molino casero, para machacar maíz, café tostado u otros granos al ritmo del canto de las décimas de los campesinos, o en cualquier humilde cocina, donde se sazonan de historia las sabrosas comidas de nuestra gastronomía dominicana. 
Pilones dominicanos fabricados con madera de guayacán (lignumvitalo) “árbol de la vida”, una madera fuerte, llena de vetas y fibras rojas, verdosas y marrones, grietas entretejidas, fácil de secar al aire libre, acabado fino y durable. También esta madera es considerada una de las maderas preciosas y finas utilizadas en diferentes países para la ebanistería y el diseño de barcos, el tallado de artesanías, sillas, muebles finos y para carbón. Por su dureza y resistencia a las polillas o diferentes insectos que puedan destruir su estructura. Su resina es usada desde tiempos pre-colombinos con usos medicinales.

En nuestra isla, se ha trabajado la artesanía y la elaboración de los pilones en esta madera preciosa. La resistencia que demuestra después de ser tallado el guayacán. Ha hecho que  estos pilones  sean los favoritos en la cocina Dominicana, para la preparación del sazón diariamente a base de los condimentos y especias que son parte del sabor criollo.

El sazón  o sofrito, es lo que identifica a cada cocinera, la forma que lo prepara  y que lo complementa a los diferentes platos, y más importante aún la forma de sofreírlo que es cuando en realidad el calor del fuego, el aceite y al dejarlo soltar todas sus esencias está al punto perfecto para dar sabor a nuestros platos. Otras agregaciones para condimentar, el jugo de naranja agria, el vinagre de manzana, vino tinto, jugo de limón, las aceitunas y alcaparras. Comenzando con sal en grano, ajo, cebolla, ají grande, ajicitos gustosos, orégano, cilantro o verdura, recaito o cilantro ancho, apio, puerro, etc.

Además de majar y machacar hay que tener presente la cantidad de acuerdo al tamaño del pilón y que cantidad  de sofrito se necesita. La forma de ir mezclando, primero se maja la sal con el orégano, luego al ajo, la cebolla, los ajíes y por ultimo cilantro, todos los que queramos incorporar o no, sino le agregamos algunos al tiempo de cocinar. Otros pilones hechos de piedra,  madera, llamados: mortero o molcajete, han sido utilizados en muchos países, en la preparación de medicinas y en sus culturas culinarias.

Esmirna Rivas Tejeda ©2005

*Información del guayacán 

EL CONUCO


El terreno, la parcela, la tarea de tierra, la tierrita. La fuente de trabajo del campesino. El Conuco es el término taino más común, para nombrar el lugar donde se siembran los alimentos. El Platanal: La Siembra de plátanos. Arrozal: La siembra de Arroz. Batatal: La siembra de batatas. Cocotal, El Maizal, El Cafetal. El cañaveral, la siembra de la yuca, berenjenas, auyamas, el cacao, tabaco y otros productos agrícolas. Utilizamos diferentes nombres de acuerdo a los vegetales, víveres o frutas cual sea la siembra. El conuco de los víveres o el huerto pequeño que tienen algunas personas  en sus patios,  los nombran también conuco. 
Todos en Quisqueya aprendemos a disfrutar la vida campestre para algunos que sea su hábitat o para otros de ir a visitar sus fincas o estancias. A través de los cambios atmosféricos, los cambios gubernamentales, la economía, la deforestación de algunas zonas, la reforestación de otras. Algunos campesinos se han visto obligados a dejar sus tierras, y salir en busca de otras fuentes de trabajo, lo cual ha desanimado a muchos porque no hay quien quiera trabajar en el campo por día.  Aún así algunos se quedan laborando y produciendo, aunque no sea en grandes cantidades de siembra, pero algunos que sirvan para su sostenimiento. Es muy común encontrar en los patios de las casas árboles frutales, matas de plátanos, coco, mangos, matas de gandules u otros. La pequeña huerta con ajíes, cilantro, puerro, orégano u otros condimentos y plantas medicinales.
El gallinero, donde el señor gallo es el rey. Los patos, las guineas y diferentes aves que se crían para la producción de huevos y carnes.  Algunos dicen que: “tienes la cabeza que   parece un nido de gallina” sino se ha peinado bien. El machete al cinto, con el macuto y las arganas del caballo y del burro que le cabe de todo. El cachimbo, la mocha y el colín que nunca deben estar botos. El potrero o  el corral, es donde están las vacas y se encierran después que se achican, o le quitan los becerros, para cuando las ordeñan en las mañanas, tengan suficiente leche en la ubre. Los caballos, burros y mulas también. Los chivos, los puercos sino andan sueltos.
Esta experiencia de vida en el campo es inigualable y entrañable. Mi papá que trabajó de agricultor por muchos años, haciendo cosechas de tomates, pepinos, ajíes, auyamas y diferentes productos agrícolas para exportación. Siempre nos involucró a mí y a mis hermanos en la siembra y cosecha de estos productos. Arar la tierra con la junta y un caballo, a jalar la azada, a clasificar los tomates cuando había cosecha, todos íbamos a la parcela con un puñito de sal en grano, en bolsitas o en los bolsillos, para comérnoslos. 

Mi Papá también estuvo por un tiempo a cargo de las tierras de mis abuelos. Los cuales tuvieron que salir de su terreno, después que el huracán David azotó la isla en 1979.  Esta tierra quedaba localizada  a unos cuantos kilómetros, de la ciudad donde vivíamos. En unas vacaciones de verano escolares, fuimos por dos semanas para la casita en el campo a hacerle compañía a Papi y a la vez disfrutar de nuestras vacaciones. Las cuales duraron dos años. 
Nos entusiasmó, el despertar en las mañanas con los gallos y las gallinas. El ordeñar las vacas al amanecer. Un arroyito pasaba en medio de las tierras, era nuestro balneario privado. Las frutas y mangos. Las aventuras que teníamos en todo este terreno, salíamos a marotiar y llegábamos hartos a la casa. La vista de la Casa de caoba  de Trujillo,  encumbrada en la loma. La cría de gallinas,  guineas, conejos. Una gallina gira que se llamaba Carmela, un pato que se llamaba Petete, una vaca que se llamaba Pelo Fino, otra rabiosa se llamaba Pinta.
La pileta que Papi nos las lavo y limpió para que fuera, nuestra piscina y de tres tortuguitas que teníamos. El ayudar con la limpieza y el cuidado del platanal. La vez que Papi le dijo a Mami que fueran a achicar los becerros, y se puso unos zapatos de tacos y llegó sin uno. El pozo de agua. Las jaulas que mi hermanito tenía para atrapar rolones y cigüitas. Las arañas cacatas que salían de sus cuevas cuando estaba tronando. Los apagones. Abuela me enseño a hacer queso. A lavar los platos con hojas de guandules. Las batatas asadas. El pilón grande de madera, para moler los granos de maíz para los pollos. Las tilapias, los pejes chopos…
El canto de los macotoro en el arroyo. El maco que iba todas las noches a visitar a mi hermanita para que lo cargara, ella lo nombro: Robin. El pollito, que Mami le hizo una cirugía en el buche con hilo y aguja. Las culebras que se comían las gallinas en el palo de javilla. El lodazal de tierra negra que se formaba cuando llovía. El huevo de culebra que mami recogiendo huevos, de los nidos de las gallinas, lo encontró y casi nos lo comemos. El moriviví, los cadillos, Juana la hedionda.  La gallina que tenia que poner el huevo todos los días en la cama de mi hermanito. Buscar la hierva de leche para los conejos, que estaban ricos con un morito de habas que Mami cocinaba.
Cuando Papi estaba en el platanal voceándole a Mami que le mandara “la camisa de manchas” (la de cortar los plátanos) y Mami le preguntaba a mi hermanito ¿Qué dice tu Papá? -Dice Papi que le mande “la tabla de plancha”  Mami se preguntaba -¿Para qué Papi quería la tabla de plancha? - y como quiera se la mandó. Las reuniones familiares, llegaban todos los que cabían, a comer plátanos con guineas; y los bloques de hielo que sobraban Papi hacia un hoyo y los enterraba envuelto en sacos de chanchán, “a lo banilejo”. El gallo que era de abuelo, y se lo comió, sin saberlo.
El maco chiquito verde que abuela tuvo disecado en sus alpargatas, en un conuquito que tenía en el patio y se dió cuenta cuando estaba disecado. Las caminatas que teníamos que hacer diarias para ir al colegio. Los tira piedras de mi hermanito, detrás de los lagartijeros. Cuando me quemé el pelo con lamparita jumeadora haciendo la tarea. La vez que fuí a la cocina a colar café y en el jarro había tremenda araña cacata. Los cocuyos (nimitas, luciérnagas) alumbraban las noches. El cielo estrellado, el rocío de la mañana. El lucero de la mañana. El olor a lluvia y a mierda de vaca. La yegua que parió y el potrillo,  ya andaba caminando. El tremendo susto que me llevé cuando me iba  a bañar una noche (en la letrina) y tuve la compañía grata e inesperada de un maco pempen. La vez que me clavé un alambre de púa en un pie cruzando la paliza, huyéndole a una vaca.
Los vecinos, los saludos. La amabilidad. La gente sencilla y humilde. Las casitas de los vecinos, estaban a medio kilómetro. Los tres perros que teníamos. El cuco que salía y nunca lo ví. La ciguapa que era yo. La retozadera de papi, los regaños de mami. Las cantaletas de abuela…
Las experiencias como estas son inolvidables. Hasta este día en el recuento de mis años dorados. Estos han sido los más nostálgicos   de esas vacaciones tan largas en “El Conuco”.
Esmirna Rivas Tejeda©  2004
 *Memorias de  Sabana Toro, San Cristóbal, República Dominicana   1981-1983

RECUERDOS DE ALGUNAS COSECHAS

En la mañana de un día recogiendo la siembra de tomates, preparaban las mujeres en la cocina plátanos sancochados, con un escabeche de arenque guisado con cebollas, ajíes y unos cuantos tomates maduros, recogidos esa mañana. Jugoso caldo para que los trozos de plátanos no añugaran a los trabajadores del campo. Agua, mucha agua se bebía con el gustito que dejaba tan rico caldo, con el puntito de sabor salado  del arenque. En medio de ese campo solo estaba esa casita de madera, una puerta de entrada y otra de salida, dos ventanas, unos muebles de palitos y unas cuantas sillas de guano; por otra parte dividía el bohío en dos cuartos, una pared de rusticas tablas sin pintar. Piso de tierra, techo cubierto con planchas de zinc. Una letrina alejada en el patio. Enramada copiosamente techada con palmas entretejidas, para guarecernos de cualquier llovizna inesperada o del sol, mientras nos refrescábamos.  Las herramientas cuales utilizábamos para la siembra y cosecha, sacos de chanchán, huacales de madera, la junta de arar, todos amontonados.

 También estaba detrás de la casita, una cocinita con un fogón. Enganchados en algunos anaqueles improvisados, las tapas de los calderos, un cedazo, cucharones de madera y de a aluminio, higüeros, dos o tres calderos tiznados, unos cuantos jarros esmaltados y de aluminio, un termo para el hielo que se traía del pueblo, unos cuantos potes con aceite tapados con tuzas de maíz, sal, azúcar, un par de mesas, poncheras, un  pilón de madera, astillas de cuaba, un molenillo, un guayo, una tinaja de barro llena de agua lluvia. Una batea de madera para limpiar el arroz, jícaras de coco y unos cuantos cachivaches. Bidones vacíos y otros llenos de agua para cocinar.

 No  ostentaban ningún envase de vidrio, las cucharas y tenedores eran contados y en un rinconcito que parecía un altar, la rústica cafetera; un colador de tela enganchado en su burro de madera y dos jarros uno para echarle el agua caliente al colador lleno del polvo de café y otro debajo para recibir tan exótico brebaje. En el piso de tierra debajo del fogón  leña y ceniza,  alguna esparcida y las demás  barridas con una escoba de ramos, recogidas en una yagua. Cenizas que regaban alrededor de la casita, para que las  arañas cacatas no entraran a treparse en los mosquiteros.
 
Guandules secos y verdes se recogían, los desgranaban. ¡Que curioso cuando los gusanitos  se enrollaban en las vainitas y olían a verde! Cilantro ancho o recaito, crecía silvestre en un lado de la cocina. Un racimo de guineos enganchado en una esquina. Cebollín y  trenzas de ajo  enganchados también, del cual quemaban las cáscaras del ajo, para espantar las culebras. Y los demás sazones, lo que hacia falta para el cocinao de ese día, alguno lo traía por encargo  del pueblo en su macuto. Un caldero grande  donde se hacia un moro, para todo el mundo. Carnes, se traían del pueblo, a veces se comían un par de las mismas gallinas que andaban sueltas, cocinaban las manilas porque tenían más carne y dejaban las de calidad que sirvieran para los huevos. Un buen revoltillo de huevos con yuca encebollada, o sino  una olla llena de yautía, batata y ñame, acompañados de salami guisado con mucha cebolla y caldo para que rindiera. Y la mentada tajada de aguacate.

Había un conuquito del cual también estábamos pendiente sembrado de ajíes, yuca, molondrones, berenjenas, verdura y todo lo que fuera de crecimiento rápido y se utilizara en la comida más pesada  la cual se preparaba al mediodía, el desayuno era necesariamente preparado con víveres. En la noche se quedaba una pareja de trabajadores durmiendo en el bohío, con lamparitas husmeadoras se alumbraban. Los demás nos íbamos camino al pueblo antes que anocheciera, y volvíamos temprano en la mañana, para que el sol no nos calentara las sienes, recogiendo los tomates.

En medio de la faena de recoger la cosecha de los tomates. Un puñado de sal en grano siempre cargábamos los  muchachos  en los bolsillos, entre recoger los tomates, mata por mata, luego amontonarlos, clasificándolos por tamaño y de una vez metiéndolos en los huáchales de madera que se iban en el camión para el mercado, la pila de los que no servían para la venta, no los llevábamos,  repartíamos con los vecinos y los usábamos en nuestras casas en jugo de tomate, dulce de tomate o para las ensaladas. La sal en los bolsillos la usábamos cuando aparecían unos tomates irresistibles de comer, además de los mangos, guanábanas, mamones, guayabas y otros frutos que crecían alrededor del conuco. 
Un chapuzón en el río que quedaba retirado entre otras parcelas o agua que subíamos del pozo y refrescarnos cuando terminábamos exhaustos. A media tarde un cafecito nos recargaba las energías, o una limonada endulzada con azúcar crema; recogíamos lo más que podíamos ese día, para que las matas que ya habían sido recogidas, revisarlas de nuevo por si las varas que las sostenían se habían aflojado.  En muchas cosechas íbamos un grupo de la  familia y a veces nuevos trabajadores, era una aventura el camino de ida y de regreso, muchas risas, cantos, y cuentos paradójicos que solían enunciar los mas viejos.

¡Que recuerdos aquellos! en el que se cocinaba en un caldero la comida de tanta gente, donde no había protocolo, ni servilletas, ni sirvientes, que dividieran el plato principal de los acompañamientos, en donde sobraban las sillas, quien fregara, y quien le sirviera y le guardara al que no estaba su comida tapada con otro plato. Donde no faltaban los utensilios, ni el fuego, ni la limpieza. Adonde no sobraba lo que se cocinaba y nadie se quedaba con hambre. Yo siendo una niña almacenaba todos estos episodios en una caldera de recuerdos, en el ambiente tierno y rústico de esa cocina, con olor campesino. Muchos de esos recuerdos han permanecido impregnados en mis memorias, de algunas cosechas de  tomates  y otros frutos  de la  madre tierra, que con muchos sacrificios de nuestra familia,  sembraba y cosechaba mi papá.

 Esmirna Rivas Tejeda ©2008

*Dedicado a Papi en mis recuerdos de sus días como agricultor dominicano. 

PARAÍSO GASTRONÓMICO


"La vida culinaria que le debemos a Colón es una cena progresiva en la que toda la raza humana toma parte pero nadie necesita salir de su casa para probar todos los platos". ~Raymond Sokolov

Al República Dominicana haber sido una Colonia Francesa y Española, no han desaparecido de nuestro diario vivir sus influencias, las cuales han permanecido a través de los siglos en nuestra cultura e historia. Madre patria, España; la cual fue colonizadora primaria en la historia de América (¿...?) en la época  del Renacentismo o Renacimiento:“descubrimiento del mundo y del hombre". (Siglos XIV, XV, XVI) como le llamara en 1855 el historiador francés Jules Michelet. España dominada ocho siglos por los árabes, cuenta con una historia vasta en guerras y conquistas. En medio de estos siglos del desenvolvimiento de su dominio árabe y del renacimiento; se embarca Cristóbal Colón en un éxodo hacia una nueva conquista: "America".
 
¿Qué vino Colón a descubrir? Un nuevo mundo para la humanidad de ese entonces. Aborígenes. Tribus Mayas, Aztecas, Arawaks/Tainos, Caribes, e infinidades de poblaciones indígenas, con sus propias culturas y lenguaje; esparcidas a lo largo y ancho del ahora Continente Americano y de las coordenadas que marcara Américo Vespucio, en sus bitácoras de marinero y cartógrafo.

Conquistadores, embargaron de estas tierras nuevas sus imperios de oro y plata. Catedrales, monasterios, conventos, hospitales, universidades, vinos, alimentos, enfermedades, etc. La fusión de dos mundos separados y unidos a la vez, en la travesía de Magallanes en los océanos. La esclavitud que desde siglos era practicada en el viejo mundo, fueron traídos esclavos de otras etnias también a América, la cual ya ejecutaban los aborígenes en contra de las tribus más débiles. 

Costumbres arraigadas a la madre tierra, rituales. Admirando a un ser supremo, dioses, deidades. Tierra redonda y cuadrada a la vez, si miramos por el lente de Galileo Galilei, nos daríamos cuenta que no somos nada en el universo, puntos brillantes, que el hombre quiere alcanzar, cuando falta tanto por conquistar, en un planeta que no hemos sabido apreciar. No sabemos nada, ni siquiera de los propios misterios que guardan las montañas en el fondo del mar. Superfluas exploraciones en pleno desarrollo, la tierra tan infinita como el universo, nuestro cerebro por igual inmenso; cuando se practican los conocimientos en el bienestar de la humanidad. Batallas, búsquedas, conquistas. Esa es la vida del hombre, en constante descubrimiento, de lo conocido e incierto.
En Quisqueya, comenzó a escribirse el rumbo de otra historia, influencias gastronómicas, fusiones de tradiciones ancestrales de ambas partes. Hoy en día hemos alcanzado nuestra legitimidad como pueblos luego de largos procesos. Prácticas adheridas a nuestro diario vivir, alimentos provistos por la misma tierra redonda que los filósofos pensaron haber descubierto. Un paraíso gastronómico, es cada país con su sello único de distinción. Autóctonos platillos saborean nuestras generaciones. Tradiciones implantadas por nuestros ancestros, emigrantes, y nativos.

“Cocinar es un ejercicio diario de identidad,
 en donde sazonamos  de donde hemos venido y adonde hemos llegado.”

Con la práctica diaria y la innovación de nuestras cocinas criollas, somos responsables en transmitir el legado de las sabrosas riquezas gastronómicas, y como aventureros seguir explorando nuestro infinito paraíso culinario.

Esmirna Rivas Tejeda ©2008
(revisado 2023)

PLATILLOS GOURMET. PLATOS TÍPICOS E INGREDIENTES.


Gastrónomo: Persona de buen paladar, aficionada a comer bien. Platos Típicos: Comidas propias de una región o un país. Gourmet? Preguntamos al no estar familiarizados con este término. En general nuestras comidas típicas,  están basadas en el buen paladar, que poseemos los dominicanos. La bandera Dominicana para comenzar: “Arroz, Habichuela y Carne”, es lo más añorado de nuestra cocina,  cuando estamos como forasteros en otros países. 

Buscamos donde residamos, en mi caso Estados Unidos. Las habichuelas, el arroz, los plátanos, la yuca, yautía, guandules u otros productos tropicales, los cuales estamos acostumbrados a consumir diariamente. Los residentes en la costa Este que es donde existe la mayor concentración de dominicanos, aparece de todo en las Bodegas y Mercados. Por motivos de trabajo y en seguir buscando el bienestar de los nuestros, hemos emigrado algunos de nosotros a otros  estados del Norte, Centro, Sur y Oeste de los Estados Unidos. Se nos ha hecho difícil encontrar al principio, los ingredientes que estaban a nuestro alcance inmediato. Longaniza, Salami, Cerveza Presidente, la vainilla  negra y/o blanca, y todos los elementos, para darle el sabor típico a nuestras comidas.

De esa búsqueda en tiendas y supermercados, asiáticos, mejicanos, americanos, centroamericanos; vamos recopilando lo que se asemeje principalmente en las especias y condimentos, a nuestro sazón. Comenzamos en lo que aparece el orégano, a moler y tostar el mejicano que es el que mas se asemeja, los ajícitos gustosos, sustituyéndolos por otros ajíes que se asemejen en sabor, hasta que nos equivocamos y sin darnos cuenta el sofrito nos quedó picante. 

De la experiencia seguimos buscando que no piquen. De todas estas fuentes y casualidades, si es que no encontramos los enlatados Goya, a rebuscar tramo por tramo en los supermercados. En la mayoría están las habichuelas y el arroz. De ahí a otro que tiene los víveres y frutas, u otro los enlatados, o sino encontramos comenzamos a preguntar a hispanos que se nos acerque. Toda una travesía, para satisfacer nuestro apetito y matarnos un poco la melancolía. Estos y otros factores afectan la calidad de nuestros platos típicos, ya sea en  Estados Unidos u otros países que seamos residentes.


Los ingredientes y presentación de diversos platos, aunque los conozcamos sin mucho atributo decorativo, más que como saben. La manera simple y rápida de nuestros platos criollos, en preparación sus ingredientes en comparación a platillos nuevos de gastronomía internacional, bien presentados, que a veces ni sabemos a que saben. En esta nueva era de gastrónomos y personas cultas en el ámbito de la cocina. Nuestros platos típicos han pasado a otro nivel. No es lo mismo presentar un mangú en un plato con la compaña por encima. Los restaurantes dominicanos e hispanos han pasado a este estilo “Gourmet”, para hacerlos más sofisticados principalmente, en la presentación y en la selección de los ingredientes más finos y exquisitos, con los que son elaborados; lo que en cierta forma les ha levantado su categoría, de simples platos típicos  a delicias de la gastronomía gourmet. 

 
Esmirna Rivas Tejeda ©2004

BIZCOCHO

Bizcocho, Torta ó Pastel. Se conocen en diferentes lugares con ingredientes similares. Existen diferentes recetas de como preparar un bizcocho estilo dominicano. En la misma repostería dominicana he preparado diferentes versiones, la básica es con la cáscara de limón rayado y por supuesto la exquisita vainilla negra dominicana, que le da el toque único. Bizcocho corriente, esponjoso, pastel, etc. El pudín también con más huevos y harina. Esta receta es la más práctica que tengo y la que me ha resultado más fácil también en preparar. Harina de trigo con el polvo de hornear incluido, puede ser mas cómoda o asequible. Debes tomar en cuenta también, si el horno que lo vas a hornear es de gas o eléctrico, para el horno eléctrico siempre se le agrega un poquito más de liquido o se pone una bandeja honda, con agua adentro del horno para que mantenga la humedad, y la masa no resulte muy seca. La harina la mides después de cernida. Los huevos y la mantequilla deben estar a temperatura ambiente. 


 I

2 tazas de harina
1 taza de azúcar granulada (blanca)
1 cucharada de polvo de hornear
½ taza de mantequilla
3 huevos
 ½ cucharada de ralladura de limón
 ¾ taza de leche o jugo
Un poquito de ron (opcional) 
Vainilla al gusto

 II
 
3 tazas de harina
(selfrising/polvo de hornear incluido o
 3 cucharaditas polvo de  hornear)
1 taza de leche
4 huevos
2 barras de mantequilla
2 tazas de azúcar granulada (blanca)
1 cucharada de vainilla
Cáscara de un limón verde rayado

La misma preparación para ambas recetas:
Bates la mantequilla  hasta que alcance la consistencia de crema o como mayonesa. Le agregas el azúcar, luego la cáscara de limón y la vainilla, los huevos los incorporas uno a la vez hasta que estén completamente mezclados, luego la harina alternándola con la leche, lo dejas batir hasta que se mezcle todo completo, lo llevas al horno previamente caliente a 350 F grados, en un molde engrasado. Por aproximadamente 40 minutos.

He preparado ambas recetas y en realidad, la cantidad de harina y el polvo de hornear  más la cantidad de mantequilla  han sido la única diferencia. También puedes sustituir la leche por jugo de piña  o naranja. Y echarle un poco por encima cuando lo saques del molde, y se refresque un poco. Lo puedes cubrir con suspiro o merengue, rellenarlo de mermelada de piña o guayaba, ya según adquieras práctica y tus gustos, experimenta con la decoración y así lo podrás preparar para ocasiones especiales.  Como es la tradición Dominicana, para los cumpleaños, bodas y diferentes eventos sociales. O solo para darte una de las más ricas satisfacciones de la vida, ¡comértelo y disfrutarlo! Cuando lo prepares motívate y reúne todos los ingredientes y no lo batas demasiado, hoy día tenemos la facilidad de usar las batidoras de mano, aprendí acremando la mantequilla con un tenedor, hacen unos cuantos "bizcochos atrás”.

¡Buen Provecho!

Esmirna Rivas Tejeda ©2007 

PUDÍN LIBRA POR LIBRA


















1 libra de mantequilla con o sin sal
(cuatro barritas de 4 oz c.u.)  

1 libra de azúcar
(dos tazas)

1 libra de harina 
(3 tazas mas 1/3 taza)

12 huevos
 (yemas y claras)
1 taza de leche o jugo de piña
1 cucharada de polvo de hornear
1 cucharada de vainilla
Una cucharada de ralladura de limón
Dos tapitas de Ron de caña
(opcional)
(blanco, añejo o cual tengas) +/- 1 oz.

Preparación:

1-Acrema la mantequilla en velocidad alta.

2-Agrégale el azúcar despacio (como lluvia) según sigue batiendo la mantequilla.

3-Luego que se hayan incorporado ambas y esté cremosa como mayonesa sigue batiendo.

4-Separa las yemas de las claras y resérvalas, las cuales bateras después  a punto de nieve antes de agregárselas a la mezcla.

5-Bájale un poco la velocidad a la maquina, Añade las yemas una por una, cuando estén todas mezcladas con la masa, añade despacio la harina previamente cernida y mezclada con el polvo de hornear, una taza de harina por un poco de la leche o jugo, repite el mismo procedimiento hasta que se hayan incorporado.

6-Agrégale ahora la vainilla, la ralladura de limón y el ron,  bátela por unos segundos.

7-Apaga la batidora y añádele, las claras batidas a punto de nieve a la masa, de manera envolvente con una espátula de goma, del fondo para arriba. Repite este proceso hasta que este bien mezclado, no con mucha fuerza, despacio, pero rápido a la vez.

8-Con el horno previamente caliente, en un molde 11”x15” por 2” de profundidad. Adiciona la masa de manera uniforme distribuida en el molde moviéndolo de un lado a otro, introdúcelo en el horno por 45+ minutos a 350˚ F.

9-Luego que haya transcurrido el tiempo indicado, enclávale un cuchillo o un palillo en el centro, si sale limpio ya esta el pudín.

10-Después que refresque un poco, voltéalo en la bandeja donde lo vas a decorar. Con un tenedor, varias veces introduciendo las puntas, a lo largo y ancho del pudín, sin exagerar la cantidad de orificios.

11-En un recipiente vierte el jugo de piña (enlatado) y adiciónaselo despacito sin enchumbar mucho la masa, más o menos dos tazas.

12-Revístelo con tu suspiro o lustre favorito, y por supuesto las decoraciones y colores que realzarán la delicadeza del pudín.

 *La diferencia entre el pudín libra por libra y el ¾ como habrás notado, es la cantidad de huevos y mantequilla que los diferencia a ambos. El polvo de hornear se utiliza en la de 12 huevos solo una cucharada ya que la cantidad de huevos elevara mas la masa. Ten en cuenta las medidas de la harina y la azúcar, pésalas en una bascula casera, te resultara mejor, la harina la puedes cernir después de pesarla, no habrá diferencia como si la midieras por tazas. La mantequilla 100% de leche, le dará la consistencia esponjosa al pudín, mejor que si utilizaras margarina, la cual es hecha de aceite vegetal, y quedará un poco latigosa la masa. También puedes distribuir la masa en dos moldes 9”x13”, o dos redondos de 9”, si quieres agregarle relleno. Con cuidado que se desmorona fácilmente el pudín. El  procedimiento de preparación del pudín,  lo puedes aplicar en la receta del bizcocho.

Esta es una masa rica y suave, aplica mis consejitos y tus truquitos.


¡Buen Provecho!

Esmirna Rivas Tejeda ©2009

 Pudín ¾
1 libra de harina
1 libra de azúcar
¾ libra de mantequilla con o sin sal 
½ taza de leche
9 huevos (enteros)  menos 4 claras (batidas a punto de nieve)
2 cucharadas de polvo de hornear
1 cucharada de ralladura de limón
1 cucharada de vainilla
Dos tapitas de Ron de caña (blanco, añejo o cual tengas) +/- 1 oz.
*La misma preparación que el de libra por libra

LA ABUELITA MÁS DULCE DEL MUNDO


 El fresco olor de mermelada de guayaba. La brisa fresca. El olor a coco y las sombrillas. El arroz blanco, las mecedoras, las máquinas de coser. Me recuerdan a una mujer luchadora, una mujer alegre; una mujer dulce y cariñosa. Ita, la llamábamos sus nietos y bisnietos los cuales alcahueteaba y quería con todo su corazón. Nació en el 1915, en Baní, República Dominicana. Se casó con mi abuelo Humberto Tejeda nacido en Baní, en el 1912. Procrearon 5 hijas Gisela, Nellys, Bertha, Belkis y Soledad, las cuales a pesar de las privaciones económicas educaron y las hicieron profesionales.
¡Fueron su orgullo! Cuatro Profesoras y una Doctora. Con esfuerzos y sacrificios en la época que les tocó levantar a sus hijas, en medio de la dictadura de Trujillo. Ao, mi abuelo trabajó de agricultor, mi abuela Ita por su lado, se las ingeniaba en ayudarlo con la economía del hogar. Haciendo trabajos de modista en la casa. Su máquina de coser de la marca Singer,  ha sido un símbolo en mi familia de nuestra abuela Isabel (Ita).
Nos inculcó el amor a la familia sobre todas las cosas. Las reuniones familiares de los domingos en su casa eran tradición. Las vacaciones escolares, nos colmaba a los nietos de cariño y atenciones. El dulce de guayaba, nunca faltaba con las galletitas de soda. La harina de maíz que nos preparaba de desayuno con leche de vaca, las arepas, las limonadas, los juegos de dominó, el patio con todos sus mangos, aguacates, guayabas, cerezas, naranjas, las matas de coco. Los rabos de gato y demás plantas que lo adornaban. Las flores de papel que creaba y  vendía. Cuando arreglaba sombrillas en las tardes sentada en su mecedora en la enramada. Cuando nos sentábamos con los frescos atardeceres banilejos y la rica brisa del mar en el frente de la casa, en mecedoras.
Cuando nos íbamos al Llano, a bañarnos en la regola y visitar a tía Tatá. Los viajes a la playa. Cuando me llevó a la playa de salinas, me había prometido si pasaba de curso. Su mangulina que nos bailaba. Los bailes y cantos que nos hacía coro a los nietos. Cuando nos ponía a peinarla y arrascarle su cabecita blanca. El pito de los bomberos, nos despertaba junto a sus famosos peos. Los molondrones con coco. El locrio de arenque que le cocinaba de cena a mi abuelo Ao. Las bodas de sus hijas. El apoyo que durante toda su vida les dió. El amor que recibió. Cuando me despedí de ella por última vez en el 1999, en unos de mis viajes a RD. Cuanto lloramos y nos dijimos que nos queríamos, sin saber que era la última vez que la vería.
Mi abuelita, mi Ita. El legado que dejaste en tus hijas, nietos y bisnietos. La unidad familiar sobretodo. Las historias y anécdotas son interminables de los años compartidos. Aunque tu y Ao ya no están; todavía siguen vivos en nuestros corazones. No con penas, sino con la alegría de habernos sentidos queridos y amados. Por, la abuelita más dulce del mundo.

Esmirna Rivas Tejeda ©2004

-casa banileja estilo victoriano, construída y habitada por la familia Tejeda Tejeda  desde el 3 de Marzo del 1950 
fotografia: Otto Piron